jueves, 21 de abril de 2016

¿Veleta o camicace?





Quiero decir sin ser juzgada. Decirlo para mí primero y luego para los demás. Tener tiempo. Vacaciones. Poder ir a la playa en bicicleta sin pensar en nada más, exposiciones, festivales, amigos, excursiones y no estar asustada por el dinero y el futuro y los equipajes. No quiero pasarme la vida haciendo maletas. Quiero hacer cajas y tirar todo lo que ya no me vale. Quiero regalar todas mis cosas para no tener que ocuparme de ellas. Quiero silencio, griterío, risas, tinto de verano y picnic. Quiero que no me duelan las manos, que no me duelan los brazos, que no me duela el trapecio, el omóplato. Organizar la retaguardia sirve para agotarme, para consumirme. No quiero estar cansada, quiero dejar de dormir. No quiero estanterías vacías, conversaciones vacías, escombros temporales que pasan sin darnos cuenta en trajines sin sentido. ¿Y qué si nuestros cuerpos funcionasen con energía eléctrica? ¿Somos seres electrónicos? ¿Qué pasaría si el amor, el miedo o la alegría fueran eso, corrientes eléctricas, reacciones químicas? Sentirse libre es eso. Sentirse sola es eso. Sentirse atrapada. Nueva. Antigua. Veleta o camicace. Organizar la vida en unas cajas y partir constantemente sin saber dónde, cuándo, por qué. 

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