jueves, 25 de diciembre de 2014

El mejor libro del año: Ser en la frontera. "Americanah".



Lo confieso: he tardado meses en leer "Americanah", de Chimamanda Ngozi Adichie. Pero no, no ha sido por pereza, ni por dejadez. No ha sido por sistema, como acostumbro a hacer con muchas cosas que, sin querer, siempre acabo dejando a medias. La historia ha sido otra. Es la historia de un libro que transforma, que no se puede leer así como así, cuando otros problemas sobrevienen y no dejan tiempo a la reflexión. 

Bien, ¿pero qué es este libro? Se trata de una novela de 2013, publicada en español en 2014 por Random House Mondadori. La autora es la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, y cuenta la historia de dos jóvenes nigerianos que viven en el Lagos de los años noventa. Como mucha parte de su generación, saben que deberán abandonar algún día su país si quieren luchar por su futuro, y con ese propósito, Ifemelu, nuestra protagonista femenina, consigue un visado de estudios a Estados Unidos, mientras Obinze, que es quien siempre ha soñado con América, no consigue acompañarla. Es entonces cuando comienza la aventura: la experiencia de años en Estados Unidos como emigrante africana, las diferencias establecidas por su acento o el tono de su piel, los dilemas éticos y estéticos derivados de su comportamiento a su peinado y las relaciones que establece con su entorno. Obinze, por otro lado, intentando conseguir su visado a Estados Unidos, aterriza en Inglaterra, donde tampoco nada se presenta como él esperaba. 

Pero quería contar cómo he leído este libro y por qué. Por qué he tenido que leerlo a borbotones, y por qué se ha convertido en uno de mis libros referentes. Pues bien. Si el libro habla de igualdad, no era posible leerlo hasta no haber zanjado mis problemas con la desigualdad, y lo mismo sucedía con otras tantas cosas, como la aceptación de la identidad interior, la identidad física y etética, la concepción de todo como política. Sé que tal vez no se entienda mucho de lo que quiero decir, a lo que me refiero es que es un libro de cabecera para cualquier mujer -y debería serlo también para los hombres- que se plantee ciertas cuestiones acerca de su independencia, libertad, y modo de vida. 

Nuestra protagonista es una mujer fuerte, inteligente, dura, extranjera, y negra. Lucha día a día y convive con aquéllo con lo que todas las mujeres convivimos, con algunas particularidades. En primer lugar, se trata el tema de las diferencias culturales e idiomáticas. A pesar de hablar bien el inglés, Ifemelu se da cuenta de que las expresiones, los chascarrillos y las fórmulas de cortesía no tienen nada que ver con lo que ella está acostumbrada. En la universidad, se relaciona casi por inercia con los colectivos negros y afroamericanos, en los que se debate y discute acerca de sus orígenes y se comparten costumbres e intereses que, fuera de ahí, no interesan a nadie. Es interesante, además, cómo Adichie es sensible al modo en el que el migrante cambia su comportamiento en lo que respecta a establecer relaciones, y se construye desde la diferencia: debe, por tanto, edificarse en tierra extraña, y hacer de sus diferencias un arma de defensa. De pronto es importante el color de su piel, su físico, su exotismo. Ella es otra, una especie de caricatura de sí misma, de simplificación de sí misma en la que las sutilidades quedan a un lado. El "Yo soy todas", generaliza la otredad, colectiviza la diferencia y hace que ese problema sea un problema de todos en un país como Estados Unidos. ¿Cuál es, por tanto, su casa? el país que la acoge, por un lado, está medrando ciertos cambios en nuestra protagonista, y el país de origen es quien la ha hecho lo que es hasta el momento. Surge entonces el tema más interesante de la novela: la construcción de una identidad propia en la frontera. Conforme a este tema central se irán forjando los siguientes, incluso la historia de amor, que no es más que un accesorio para reconducir inteligentemente la trama. 

El personaje y las circunstancias plantean, además, el tema de la máscara. En primer lugar, desde el principio, el personaje principal de Ifemelu nos plantea una serie de dilemas estéticos que tienen que ver con una serie de condiciones raciales: el pelo afro y la piel negra son las principales. Pero no se trata de una "Superpop", ni de un libro que hable de modas y maquillajes, sino todo lo contrario. A lo largo de la novela, la estética se plantea como una agresiva estrategia de la política en la que los cánones de la cultura (en este caso, nigeriana) no se corresponden con los de la cultura norteamericana, y, por lo tanto, la estética supone para nuestra protagonista una doble imposición: la de toda mujer, que debe estar bella y presentable, y la de la occidentalización: las cremas, los alisadores capilares, las pelucas... y cómo este dilema supone cambios y dilemas también a nivel identitario. Se nos plantea la siguiente pregunta: ¿Ser un estereotipo, una marca, o ser, únicamente uno mismo? ¿Qué diferencia hay entre estas dos posturas? y en este tema, de la politización del emigrante, y la caricaturización del negro no encuentra Adichie mejor paralelismo que el mismísimo Obama: la figura de una teórica integración racial por excelencia, aparentemente con carácter, contestatario. Un personaje público que convierte la identidad transterritorial en una lucha por la igualdad aparentemente lograda, en una marca o estereotipo más.

Considero este libro una lectura obligada  para cualquier persona que esté fuera de su país y se sienta extranjero y ciudadano de cualquier parte al mismo tiempo. Para los jóvenes. Para la mayoría que hemos creído alguna vez que, aunque no sea del todo justo, es necesario adaptarse a las modas, y a las estéticas, para ser aceptado en una sociedad, incluso dejando atrás la realidad y la identidad de uno mismo. 

En este sentido, el personaje principal de Ifemelu, no solamente como mujer, sino también como migrante, construye su identidad en la frontera: una mujer que no cumple con lo "esperado" de ella en determinados ambientes ( sincera, con carácter, despierta, directa y poco diplomática), que se construye, inconscientemente a la defensiva, y que identitariamente se encuentra en la zanja entre los dos países.

¿Qué es, entonces, lo que construye las identidades? Las experiencias personales, podríamos responder, y no sin razón. Pero es demasiado sencillo. Adichie nos respondería: no únicamente, y eso demuestra "Americanah": el género, los estereotipos, los cánones socioculturales, el idioma, el físico y la estética son algunas de sus posibles respuestas. 

Podría decir otro millón de cosas sobre este libro, porque plantea muchos de los problemas que, de uno u otro modo, ya sea como mujeres, o como migrantes, o como extranjeras o turistas o trabajadoras, considero que nos conciernen a más de una y de uno en el mundo actual. 

Solo quiero decir que hay libros que la leen a una. Que pasan por encima de una misma como una apisonadora. Y eso es lo que está pasando. Hay libros que son terremotos, y éste es una lectura obligada. 

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