domingo, 11 de mayo de 2014

Diario: Amputado paisaje.




I. 


Decidme cómo es un bosque. En el eco se me repite la pregunta de la maraña de árboles, de la maleza de columnas, de la sinagoga, del amanecer atravesando aquél río. Los molinos me miraban inmutables al otro lado del paisaje. El trigo estaba tierno. Habladme del bosque, decía. Ahora no digo. Ahora no. El bosque está al otro lado de la ventana y no quiero alcanzarlo. El verde me atormenta. El verde susurra la pérdida de mí misma. Tengo miedo del bosque.

II.

Monólogo interior en el tren: la piel es el lugar, y el recorrido. La piel es la idea, la piel es el retorno. Esas letras escritas en la piel. Ese código es el camino de regreso. Ese código son tantos otros lugares. Tantas otras construcciones. Busco el camino de ladrillos naranjas, de construcciones industriales, de periferias urbanas, de lugares de paso en los que pueda quedarme. Quiero decir hogar y digo música, y digo acá, y allá, y ficción. Me han arrancado algo del paisaje. Por eso la ansiedad de espacios, por eso el verde, por eso los tejados de ladrillo rojo.

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